viernes, 11 de diciembre de 2009

¡bienvenidos a las sagas de crepusculo!

aqui se hablara detalles sobre los actores, los temas de las distintas peliculas y muy pronto estaran disponibles todos los libros para descargar! sigan viendooo!

22 comentarios:

  1. taylor lautner:

    fecha de nacimiento: Míchigan, 11 de febrero de 19

    un poco de chisme..


    Sábado, 05 de Diciembre del 2009 | 09:05 Taylor Swift y Taylor Lautner fueron vistos juntos tomando yogurt: LES PEDIMOS A LAS FANS QUE NOS RESPONDAN EL SIGUIENTE CUESTIONARIO...



    a)¿ creen que eso sea posible?

    b)si responden que si ¿por que?

    c)y si responden que no ¿por que?

    d) ¿como creen que se siente taylor y swift con esto?..

    e) ¿ como calificarian este cuesionario?

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  2. ALGO DE ROB TAMBIEN!


    Pattinson nació en Londres, Inglaterra, el 13 de mayo de 1986.[1] Su madre, Clare, trabajaba para una agencia de modelaje, y su padre, Richard, importaba coches antiguos de EE.UU. Comenzó su carrera como actor en la Compañía de Teatro Barnes para principiantes, a los 15 años. Después de algunos años en aquella compañía empezó a actuar en funciones. Robert llamó la atención de un agente de actores mientras actuaba en la producción de la obra Tess of the D'Urbervilles, y desde ahí comenzaron a buscarle papeles profesionales.

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  4. luna nueva:


    una parte del libro!

    Me entraron ganas de darle un codazo a Edward en las costillas, pero sabía que eso tan sólo me serviría para hacerme un cardenal. ¡Ya le había dicho que la gente llegaría de manera inmediata a esa conclusión! ¿Qué otra razón podría tener una persona cuerda para casarse a los dieciocho? Su respuesta de entonces me había hecho poner los ojos en blanco. «Amor». Qué bien.

    La cara de pocos amigos de Charlie se relajó un poco. Siempre había quedado bien claro en mi cara cuándo decía la verdad y cuándo no, por lo que en ese momento me creyó.

    —Ah, vale.

    —Acepto tus disculpas.

    Se hizo una pausa larga. Después de un momento, me di cuenta de que todos esperaban que yo dijera algo. Alcé la mirada hacia Edward, paralizada por el pánico, pues no había forma de que me salieran las palabras.

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  5. Se hizo una pausa larga. Después de un momento, me di cuenta de que todos esperaban que yo dijera algo. Alcé la mirada hacia Edward, paralizada por el pánico, pues no había forma de que me salieran las palabras.

    Él me sonrió, después cuadró los hombros y se volvió hacia mi padre.

    —Charlie, me doy cuenta de que no he hecho esto de la manera apropiada. Según la tradición, tendría que haber hablado antes contigo. No deseo que esto sea una falta de respeto, pero cuando Bella me dijo que sí, no quise disminuir el valor de su elección; así que en vez de pedirte su mano, te solicito tu bendición. Nos vamos a casar, Charlie. La amo más que a nada en el mundo, más que a mi propia vida, y, por algún extraño milagro, ella también me ama a mí del mismo modo. ¿Nos darás tu bendición?

    Sonaba tan seguro, tan tranquilo. Durante sólo un instante, al escuchar la absoluta confianza que destilaba su voz, experimenté una extraña intuición. Pude ver, aunque fuera de forma muy fugaz, el modo en que él comprendía el mundo. Durante el tiempo que dura un latido, todo encajó y adquirió sentido por completo.

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  6. Y entonces capté la expresión en el rostro de Charlie, cuyos ojos estaban ahora clavados en el anillo.

    Aguanté el aliento mientras su piel cambiaba de color, de su tono pálido natural al rojo, del rojo al púrpura, y del púrpura al azul. Comencé a levantarme, aunque no estaba segura de lo que planeaba hacer, quizá hacer uso de la maniobra de Heimlich para asegurarme de que no se ahogara, pero Edward me apretó la mano y murmuró «dale un minuto», en voz tan baja que sólo yo pude oírle.

    El silencio se hizo mucho más largo esta vez. Entonces, de forma gradual, poco a poco, el color del rostro de Charlie volvió a la normalidad. Frunció los labios, y el ceño y reconocí esa expresión que ponía cuando se «hundía en sus pensamientos». Nos estudió a los dos durante un buen rato, y sentí que Edward se relajaba a mi lado.

    —Diría que no me he sorprendido en absoluto —gruñó Charlie—. Sabía que me las tendría que ver con algo como esto antes de lo que pensaba.

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  7. Exhalé el aire que había contenido.

    —¿Y tú estás segura? —me preguntó de forma exigente, mirándome con cara de pocos amigos.

    —Estoy segura de Edward al cien por cien —le contesté sin dejar pasar ni un segundo.

    —Entonces, ¿queréis casaros? ¿Por qué tanta prisa? —me miró, nuevamente con ojos suspicaces.

    La prisa se debía al hecho de que yo me acercaba más a los diecinueve cada asqueroso día que pasaba, mientras que Edward se había quedado congelado en toda la perfección de sus diecisiete primaveras, y había permanecido así durante unos noventa años. Aunque éste no era el motivo por el que yo necesitaba anotar la palabra «matrimonio» en mi diario, porque la boda se debía al delicado y enrevesado compromiso al que Edward y yo habíamos llegado para poder alcanzar el siguiente punto, el salto de mi transformación de mortal a inmortal.

    Pero había cosas que no le podía explicar a Charlie.

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  8. —Nos vamos a ir juntos a Dartmouth en otoño, Charlie —le recordó Edward—. Me gustaría hacer bien las cosas, bueno, hacerlas como es debido. Así es como me educaron —Edward se encogió de hombros.

    No estaba exagerando, ya que había crecido con esa moral, ya pasada de moda, durante la Primera Guerra Mundial.

    Charlie torció la boca hacia un lado, buscando un modo de abordar la discusión. Pero ¿qué era lo que podía decir? ¿«Prefiero que vivas en pecado primero»? Era un padre y en ese punto estaba atado de pies y manos.

    —Sabía que esto iba a pasar —masculló para sus adentros, frunciendo el ceño. Entonces, de repente, su rostro se transformó en una expresión perfectamente inexpresiva e indiferente.

    —¿Papá? —pregunté con ansiedad. Le eché una ojeada a Edward, pero no le pude leer el rostro mientras él miraba a mi progenitor.

    —¡Ja! —explotó Charlie y yo pegué un salto en mi asiento—, ¡ja, ja, ja!

    Observé con incredulidad cómo mi padre se doblaba de risa, con el cuerpo sacudido por las carcajadas.

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  9. Miré a Edward para que me tradujera lo que pasaba, pero él tenía los labios apretados con firmeza, como si también estuviera conteniendo la risa.

    —Vale, estupendo —replicó Charlie casi ahogado—, casaos —le dio otro ataque de carcajadas—. Sí, sí, pero…

    —Pero ¿qué?

    —Pues que se lo tendrás que contar tú a tu madre, y yo ¡no le pienso decir ni una palabra a Renée! ¡Es toda tuya!

    Y volvió a estallar en estruendosas risotadas.



    Hice una pausa con la mano en el tirador de la puerta, sonriendo. Seguro que en aquel momento las palabras de Charlie me hicieron poner los pies en el suelo. La última maldición: contárselo a Renée. El matrimonio en la juventud ocupaba una posición muy alta en la lista negra de mi madre, figuraba antes incluso que el hervir cachorros vivos.

    ¿Quién podría haber previsto su respuesta? Yo no, y desde luego, Charlie tampoco. Quizás Alice, pero no se me había ocurrido preguntárselo.

    —Bueno, Bella… —había dicho Renée después de que yo escupiera y tartamudeara las palabras imposibles: «Mamá, me caso con Edward»—. Estoy un poco molesta por lo que has tardado en contármelo. Los billetes de avión van a salirme mucho más caros. Oh —comenzó a preocuparse—. ¿Crees que le habrán quitado ya la escayola a Phil para ese momento? Va a quedar fatal en las fotos si no lleva esmoquin…

    —Espera un segundo, mamá —repuse en un jadeo—. ¿Qué quieres decir con «haber tardado tanto»? Pero si nos hemos com… —era incapaz de echar fuera la palabra «comprometido»—, si hemos arreglado las cosas, ya sabes, hoy mismo.

    —¿Hoy? ¿De verdad? Qué sorpresa. Yo pensaba…

    —¿Qué es lo que habías pensado? ¿Cuándo lo pensaste?

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  10. —Bueno, ya parecía que estaba todo muy hecho y asentado cuando vinisteis a visitarme en abril, no sé si sabes a qué me refiero. No es que seas especialmente difícil de leer, corazón. No te había dicho ni una palabra porque sabía que no iba a servir para nada. Eres igualita que Charlie —ella suspiró, resignada—. Una vez que has tomado la decisión, no hay manera de razonar contigo, te apegas a ella.

    Y entonces dijo la última cosa que jamás hubiera esperado escuchar de mi madre:

    —No estás cometiendo un error, Bella. Da la impresión de que estás asustada tontamente, y adivino que es porque me tienes miedo a mí —soltó unas risitas—. O a lo que yo pueda pensar. Ya sé que te he dicho un montón de cosas sobre el matrimonio y la estupidez, y no es que las vaya a retirar, pero necesitas darte cuenta de que estas cosas se aplican específicamente a mí. Tú eres una persona muy diferente. Tú cometes tus propios errores y estoy segura de que tendrás tu propia ración de cosas que lamentar en la vida, pero la irresponsabilidad nunca ha sido tu problema, corazón. Tienes una gran oportunidad para hacer este trabajo mejor que la mayoría de las cuarentonas que conozco —Renée se echó a reír de nuevo—. Mi niñita de mentalidad tan madura. Afortunadamente, pareces haber encontrado un alma madura como la tuya.

    —¿No te has vuelto… loca? ¿No piensas que cometo una equivocación monumental?

    —Bueno, vale, habría preferido que esperaras unos años más. Quiero decir, ¿acaso te parezco tan mayor como para comportarme como una suegra? No me contestes a eso. Porque todo este asunto no tiene que ver conmigo, sino contigo. ¿Eres feliz?

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  11. —No lo sé. Me siento ahora mismo como si esto fuera una especie de experiencia extracorporal.

    Renée volvió a soltar unas risitas.

    —¿Él te hace feliz, Bella?

    —Sí, pero…

    —¿Acaso piensas que podrías querer a algún otro?

    —No, pero…

    —Pero ¿qué?

    —¿Es que no me vas a decir que sueno exactamente como cualquier otro adolescente caprichoso tal como ha sucedido desde el comienzo de los tiempos?

    —Tú nunca has sido una adolescente, cielo. Sabes lo que te conviene.

    Durante las últimas semanas, Renée se había sumergido de forma totalmente inesperada en los planes de boda. Se pasaba todos los días unas cuantas horas al teléfono con la madre de Edward, Esme, así que no hubo preocupación alguna respecto a cómo se llevarían las consuegras. Renée adoraba a Esme, pero claro, dudaba que alguien pudiera evitar sentirse de otro modo con respecto a mi encantadora futura suegra. Eso consiguió librarme del asunto. La familia de Edward y la mía se habían hecho cargo de los preparativos nupciales sin que yo tuviera que hacer, saber o pensar en ninguna cosa.

    Charlie, claro, se había enfadado, pero lo mejor del tema era que no estaba furioso conmigo. La traidora había sido Renée, ya que había contado con ella como el peor oponente a mis planes. ¿Qué era lo que iba a hacer ahora, cuando la última amenaza, contárselo a mi madre, se había vuelto totalmente en su contra? No tenía nada a que agarrarse y lo sabía. Así que se pasaba todo el día de un lado para otro por la casa, mascullando cosas como que no se podía confiar en nadie de este mundo…

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  12. —¿Papá? —llamé mientras abría la puerta principal—. Estoy en casa.

    —Espera un momento, Bells, espera ahí un momento.

    —¿Eh? —pregunté deteniéndome de forma inmediata.

    —Dame un segundo. Au, me has pinchado, Alice.

    ¿Alice?

    —Lo siento, Charlie —respondió la voz vibrante de Alice—. ¿Qué te parece?

    —Lo estoy manchando todo de sangre.

    —Estás bien. No ha traspasado la piel, confía en mí.

    —¿Qué está pasando? —exigí saber, vacilando en la entrada.

    —Treinta segundos, por favor, Bella —me pidió Alice—. Tu paciencia te será recompensada.

    —¡Ja! —añadió Charlie.

    Golpeteé el suelo con un pie, contabilizando cada latido y antes de que llegara a treinta, Alice gritó:

    —¡Venga, Bella, entra!

    Avanzando con precaución, di la vuelta a la esquina que daba al salón de estar.

    —Oh —me enfurruñé—, ¡oh, papá! Pareces…

    —¿Estúpido? —me interrumpió Charlie.

    —Estaba pensando más bien en «muy elegante».

    Él se ruborizó y Alice le cogió del codo y lo empujó con ligereza para que diera una vuelta lenta y luciera un poco el esmoquin de color gris claro.

    —Vamos a dejar esto ya, Alice. Parezco un idiota.

    —Nadie que yo haya vestido ha parecido jamás un idiota.

    —Tiene razón, papá, ¡tienes un aspecto fabuloso! ¿Y para qué es todo esto?

    Alice puso los ojos en blanco.

    —Es la última prueba para ver cómo queda. Para los dos.

    Aparté por primera vez la mirada de un Charlie tan poco acostumbrado a ir elegante y vi el pavoroso traje blanco extendido cuidadosamente sobre el sofá.

    —Aaahh.

    —Vete a ese sitio feliz tuyo, Bella. No tardaré mucho.

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  13. —¿Papá? —llamé mientras abría la puerta principal—. Estoy en casa.

    —Espera un momento, Bells, espera ahí un momento.

    —¿Eh? —pregunté deteniéndome de forma inmediata.

    —Dame un segundo. Au, me has pinchado, Alice.

    ¿Alice?

    —Lo siento, Charlie —respondió la voz vibrante de Alice—. ¿Qué te parece?

    —Lo estoy manchando todo de sangre.

    —Estás bien. No ha traspasado la piel, confía en mí.

    —¿Qué está pasando? —exigí saber, vacilando en la entrada.

    —Treinta segundos, por favor, Bella —me pidió Alice—. Tu paciencia te será recompensada.

    —¡Ja! —añadió Charlie.

    Golpeteé el suelo con un pie, contabilizando cada latido y antes de que llegara a treinta, Alice gritó:

    —¡Venga, Bella, entra!

    Avanzando con precaución, di la vuelta a la esquina que daba al salón de estar.

    —Oh —me enfurruñé—, ¡oh, papá! Pareces…

    —¿Estúpido? —me interrumpió Charlie.

    —Estaba pensando más bien en «muy elegante».

    Él se ruborizó y Alice le cogió del codo y lo empujó con ligereza para que diera una vuelta lenta y luciera un poco el esmoquin de color gris claro.

    —Vamos a dejar esto ya, Alice. Parezco un idiota.

    —Nadie que yo haya vestido ha parecido jamás un idiota.

    —Tiene razón, papá, ¡tienes un aspecto fabuloso! ¿Y para qué es todo esto?

    Alice puso los ojos en blanco.

    —Es la última prueba para ver cómo queda. Para los dos.

    Aparté por primera vez la mirada de un Charlie tan poco acostumbrado a ir elegante y vi el pavoroso traje blanco extendido cuidadosamente sobre el sofá.

    —Aaahh.

    —Vete a ese sitio feliz tuyo, Bella. No tardaré mucho.

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  14. Inhalé una gran bocanada de aire y cerré los ojos. Los mantuve así y subí tropezando las escaleras hasta mi habitación. Me despojé de la ropa hasta quedarme sólo con las prendas interiores y extendí los brazos.

    —Parece como si te fuera a clavar palos de bambú debajo de las uñas —masculló Alice en voz baja mientras me seguía.

    No le presté atención, porque me había escabullido a mi lugar feliz…

    … un sitio en donde todo el rollo de la boda había pasado ya, lo había dejado a mis espaldas. Estaba reprimido entre mis recuerdos y olvidado.

    En él, Edward y yo nos encontrábamos solos. El escenario era borroso y las imágenes fluían de modo constante, se transformaban desde un bosque neblinoso a una ciudad cubierta de nubes o a la noche ártica, porque Edward mantenía en secreto el lugar de nuestra luna de miel para darme una sorpresa, aunque la verdad es que no me interesaba especialmente dónde fuera.

    Edward y yo estábamos juntos por fin, y yo había cumplido por completo mi parte del compromiso. Me había casado con él, que era lo más importante, pero también había aceptado todos sus extravagantes regalos y me había matriculado, aunque no sirviera de nada, para asistir a la facultad de Dartmouth en el otoño. Ahora era su turno.

    Antes de que me transformara en un vampiro, su principal compromiso, tenía otra estipulación que hacer realidad.

    Edward tenía una especie de interés obsesivo por las cosas humanas que tendría que abandonar, las experiencias que no quería que me perdiera. La mayoría de ellas, como el baile de promoción, por ejemplo, me parecían estupideces. Sólo había una experiencia humana a la que no quería renunciar. Y era la única que él hubiera deseado que olvidara por completo.

    Y aquí estaba la cosa, claro. Sabía muy poco sobre cómo iba a ser cuando ya no fuera humana. Había visto de primera mano cómo era un vampiro recién convertido y había oído toda clase de historias a mi futura familia sobre esos primeros días salvajes. Durante varios años, el principal rasgo de mi personalidad iba a ser la «sed». Me llevaría cierto tiempo poder volver a ser yo misma. E incluso cuando recuperara el control, no volvería a sentirme exactamente igual que antes.

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  15. Humana… y apasionadamente enamorada.

    Quería tener la experiencia completa antes de que cambiara mi cálido, vulnerable cuerpo dominado por las hormonas, por algo hermoso, fuerte… y desconocido. Deseaba disfrutar de una auténtica luna de miel con Edward, y él había accedido a intentarlo a pesar del peligro que, a su juicio, esto suponía para mí.

    Apenas fui consciente de Alice y del modo en que se deslizó el satén sobre mi piel. No me importaba, en ese momento, que toda la ciudad estuviera hablando de mí. No pensaba tampoco en el espectáculo que tendría que protagonizar dentro de tan poco tiempo. No me preocupaba tropezar con la cola del vestido ni echarme a reír en el momento equivocado ni ser demasiado joven ni la audiencia sorprendida ni el asiento vacío donde debería haber estado mi mejor amigo.

    Yo estaba con Edward en mi lugar feliz.

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  16. todo este libro fue amanecer... no es luna nueva..

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  17. el miercoles añadiremos mas informacion y abriremos un debate haber que piensan las fans!

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  18. :) up y recomienden este blog a los demas! :P

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  19. holaaa NUEVA NOTICIAA!!!!!! SE LANZARA ECLIPSEE!... muy pronto podran ver la pelicula de luna nueva- new moon! aqui!

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  20. Mcuhisimas gracias por los libros. Me encantaron.
    Gracias por usar nuestro servicio de habbo creditos. Al ser la primera en usarlo de blogger, te damos de recompensa 300 creditos. Avisale a otros habbos. Atte- Juan Ignacio Gimenez y Asc.

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